miércoles, 24 de julio de 2013

Democracia Deliberativa


Entiende Jon Elster (ELSTER, J., La democracia deliberativa, Editorial Gedisa, Primera edición, Barcelona, España, 2001, p. 21) que, no obstante, existir múltiples definiciones explícitas e implícitas de democracia deliberativa, es posible hallar en todas ellas un sólido núcleo de fenómenos que la caracterizan. Así, será democrática porque la toma colectiva de las decisiones debe incluir la participación de todos los afectados por la decisión o por sus representantes. Y, deliberativa porque aquella toma de decisiones debe realizarse por medio de argumentos ofrecidos por y para los participantes que están comprometidos con los valores de racionalidad e imparcialidad.

Para David Miller, el ideal deliberativo “parte de la premisa de que las preferencias políticas van a estar en conflicto y que el propósito de las instituciones democráticas debe ser el de resolver dicho conflicto” (GIDDENS, A., “Dos teorías de la democratización”, en GIDDENS, A., Más allá de la Izquierda y la Derecha. El futuro de las políticas radicales. Segunda Edición, Ediciones Cátedra, S.A., 1998, Madrid, p. 119). Lo que le lleva a entender por democracia deliberativa “una forma de obtener o intentar obtener acuerdos sobre programas en el campo de la política”. (GIDDENS, A., “Dos teorías de la democratización”, en GIDDENS, A., Más allá de la Izquierda y la Derecha. El futuro de las políticas radicales. Segunda Edición, Ediciones Cátedra, S.A., 1998, Madrid, p. 119). Acuerdos que deben obtenerse, a través de una discusión abierta y libre de presiones. Sin embargo, lo determinante en la democracia deliberativa es no tener simplemente como finalidad alcanzar acuerdos directamente a través de la discusión, sino que todos aquellos, que forman parte de la discusión logren obtener una opinión amplia sobre lo debatido en base a todo lo que se ha planteado en la discusión, respetando todos los puntos de vista existentes. Es la discusión previa, abierta y ajena a coacciones, de cualquier tipo, la que dotará de legitimidad al acuerdo alcanzado. Anthony Giddens critica que la democracia deliberativa de Miller sólo esté restringida al ámbito político formal. Plantea, que en la actualidad es necesario que la democracia sea real, abierta y posible para todos y en todos los ámbitos de la vida.

                Pero, ¿cómo lograr una discusión abierta y libre de presiones? Philip Pettit, destaca que para que un gobierno no sea manipulable por voluntades arbitrarias, se hace necesario, que éste “debe ser conducido por medio de un imperio de la ley; los poderes reconocidos por esa ley tienen que estar dispersos entre los distintos individuos y cuerpos; y las leyes más básicas e importantes no pueden estar sujetas a enmiendas mayoritarias expeditas”. (PETTIT, P., “Las Formas Republicanas: Constitucionalismo y Democracia”, en PETTIT, P., Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el gobierno. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1999 Barcelona, p. 239). Sin embargo, plantea la insuficiencia de lo anterior, al estimar, que para promover la libertad como no dominación, se hace absolutamente necesario que las autoridades públicas excluyan toda arbitrariedad en la toma de sus decisiones.

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