lunes, 28 de octubre de 2013

Duración del mandato presidencial en Chile


A las puertas de otra gran jornada cívica de carácter eleccionaria, es momento de reflexionar sobre uno de los temas recurrentes del último tiempo. En esta oportunidad me detendré en el debate sobre la duración del mandato presidencial en Chile.

La forma de gobierno de Chile es Presidencial, una de cuyas características es contemplar periodos fijos de duración para el Presidente de la República. Ello, a diferencia de los gobiernos parlamentarios donde, no obstante, estar establecido el llamado a elecciones cada cierto tiempo (duración de la legislatura), los Presidente de Gobierno, Premier o Primer Ministro y sus respectivos gabinetes, sólo se mantienen en el poder mientras cuentan con mayoría en el Parlamento (Inglaterra) o Congreso de los Diputados (España). 

La Constitución Política de Chile de 1833 establecía un mandato presidencial de 5 años permitiendo la reelección para el periodo siguiente. Sin embargo, establecía un freno parcial a dicha regla, ya que para ser elegido por tercera vez debía existir una distancia de 5 años respecto de la segunda elección. Por su parte, la Constitución de 1925 contemplaba una duración de 6 años, pero establecía un freno total, pues prohibía la reelección para el periodo siguiente. El texto primitivo de la Constitución de 1980 consideraba un periodo de 8 años. Mandato que se vio intervenido por Ley de Reforma Constitucional 18.825 de 1989 que, determinó transitoriamente que el Presidente duraría en sus funciones 4 años sin derecho a reelección para el periodo inmediatamente siguiente. La Ley de Reforma Constitucional 19.295 de 1994 rebajó el periodo del mandato presidencial de 8 a 6 años. Sin embargo, por Ley de Reforma Constitucional 20.050 de 2005 dicho mandato presidencial nuevamente fue reducido, esta vez a 4 años, estableciendo la imposibilidad de reelección para el periodo inmediatamente siguiente. Así las cosas, los mandatos presidenciales post dictadura, diversos en su duración, nos están legando el siguiente escenario: Patricio Aylwin 4 años, Eduardo Frei y Ricardo Lagos 6 años, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera 4 años.

El debate actual se centra en dos temas: la duración propiamente tal del mandato y la reelección para el periodo inmediatamente siguiente. En cuanto al primero de estos temas, los que están en contra del periodo de 4 años lo hacen bajo el convencimiento que éste es insuficiente para dar íntegro cumplimiento a un programa de gobierno, que a los dos años ya comienza la pugna electoral presidencial, que en ese mismo plazo las elecciones municipales son perturbadoras del escenario político y, que por cierto, el último año de mandato, en plena campaña, los proyectos sociales sólo son utilizados con fines electorales. En cambio, los que están a favor, manifiestan lo positivo de la simultaneidad de las elecciones presidenciales y parlamentarias, pues permite cierta coordinación en el plano legislativo y su incidencia en las políticas públicas. Además, que en 4 años, dado los avances tecnológicos es posible dar cumplimiento a un plan de gobierno y generar moderación política, pues un periodo corto impide profundas transformaciones institucionales. En cuanto a la principal oposición a la reelección ésta se basa en impedir un Presidente que gobierne según sus intereses electorales, esto es, un presidente en permanente campaña electoral.  

No me desagrada un periodo de 4 años ni la posibilidad de reelección inmediata por un solo periodo. Abrazo la solución que se ha dado el pueblo norteamericano en su enmienda constitucional XXII de 1951, en la cual prohíbe elegir a la misma persona para el cargo de Presidente más de dos veces. Un periodo de 4 años facilita la alternancia del poder y un mayor control ciudadano de los actos del gobierno. Un Presidente intentará cumplir a cabalidad su plan de gobierno de 4 años con el objetivo de alcanzar otro periodo. Una vez alcanzado surge un incentivo selectivo para cumplir nuevamente a plenitud el programa de su segundo gobierno, con el fin de mantener las confianzas necesarias para que otro miembro de su partido o coalición política pueda alcanzar el siguiente mandato. En definitiva, un Presidente de la República que, como máximo pueda gobernar, durante su vida, 8 años a Chile. Impidiéndosele, a modo de freno total, toda posibilidad de elección en periodos futuros.

2 comentarios:

  1. En vista de encontrarme en un espacio de libertad para reflexionar como lo consigna la inspiración de esta revista-blog, me permitiré crear, el que, supongo, es uno de los propósitos de la misma. La propuesta consiste en un período presidencial de 5 años, sin una posibilidad de reelección posterior en el tiempo; es decir, una vez que el pueblo ha elegido al mejor candidato de entre los postulantes, y éste ha realizado de la mejor manera posible su programa de gobierno, no podrá volver de forma alguna al sillón presidencial. Planteo lo que antecede por las mismas razones aquí expuestas, sólo que llevadas a un posible exacerbo de la palabra democracia, cuales son una mejor posibilidad de alternancia en el poder y una posibilidad cierta de ejercer control por parte de la ciudadanía de los actos que realice el gobierno dentro de este período. Me parece que una de las grandes razones del actual desgaste de la política o más bien de los políticos es la falta de renovación de los mismos en tiempo pertinente, lo lejos que se siente la ciudadanía de siquiera añorar un puesto en el Congreso, por lo que considero necesario imponer una restricción no sólo a los años de duración del período presidencial, sino que también, aunque no tan drásticamente, al de los parlamentarios. Así, el pueblo se sentiría más cercano a la política, ya que existiría una oportunidad real de ser representado por alguien a quien de verdad conocen, quieren, valoran y con las capacidades para hacerlo; porque al haber más posibilidades de nuevas generaciones asumiendo el poder, obligadas por las circunstancias de la restricción, existirían más candidatos de regiones, más candidatos con reales capacidades para ejercer los cargos esperados y por tanto, una posibilidad real de convertirnos en la Isonomía de Otanes, con igualdad en los derechos políticos.

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  2. Entiendo que son puntos importantes a considerar en esta discusión: el control ciudadano, tiempo para el cumplimiento del plan de gobierno, la circulación del poder y evitar un permanente Presidente-candidato.
    Defiendo la reelección (1 sola vez) permite premiar y genera suficientes incentivos para el buen gobernar. En el primer periodo para ganar la reelección y uego del segundo periodo para que el sector político continúe en el poder.

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