lunes, 21 de octubre de 2013

Consulta sobre un hecho político reciente


Por las calles angelinas, de improviso me han consultado: ¿acaso no le parece una deslealtad hacia los postulados partidistas, una desobediencia a la disciplina y, actitud tránsfuga frente a las decisiones internas del partido, el hecho que un dirigente político con cargo de Presidente Provincial haga expresos llamados a votar por un candidato de otro partido?

Al respecto, dos puntualizaciones previas. La primera, la pregunta se me ha planteado en esos términos. Nada he agregado. Segundo, sólo he omitido la continuación de la pregunta, donde se individualizaba al dirigente y, asimismo, a su partido. En cuanto al primer punto, debo manifestarles que siempre me ha llamado profundamente la atención, aquellos que consultan, no con la intensión de profundizar interrogantes sino con el pretexto de expresar su opinión, ya incuestionable, al respecto. Lo que nos pone ante preguntas que son auto respuestas y, que constituyen un mecanismo, por cierto válido, para auto escucharse. En cuanto a la segunda, sólo me permito señalarles que la omisión se basa en que la respuesta elaborada, como de costumbre, se ha construido desde una perspectiva académica, general y, bajo análisis socio- político.

Nos hemos mal acostumbrado, peligrosamente, a ver las cosas desde una perspectiva, obviando al otro y evitando la deliberación. Una sociedad democrática tiene como presupuesto básico la libertad de expresión, pues a través de la trasmisión de la palabra razonada, no sólo se transmite cultura sino que cultura democrática. Ello genera una sociedad más pluralista y tolerante. Manifiesto esto porque, lo obvio más que lo lógico, sería pensar que si soy parte de una institución, debería ser capaz de representar mi lealtad y consecuencia en un rígido comportamiento disciplinario. Bajo el entendimiento que mi interés y bienestar están supeditados al bien e interés general de la misma, a la que libre y voluntariamente he decidido pertenecer abrazando sus postulados fundamentales. Más, si la pertenencia se refiere a un partido político, organización fundamental para preservar el espíritu democrático de una comunidad política. Sin duda ello sería, además, incuestionable, si los partidos políticos tributarán, sin margen alguno, a una sólida democracia interna. En razón de lo expuesto cabe entonces preguntarse, ¿existen tales presupuestos respecto de los partidos políticos en Chile? La respuesta es contundente. No. Los partidos chilenos adolecen de procesos decisionales democráticos internos, existiendo, además, no sólo un claro divorcio entre la base militante y la cúpula partidista, sino que una clara inconsistencia entre lo definido en los postulados, programas y comisiones políticas y el comportamiento real. Ello ha eliminado toda alerta temprana para conducir por el correcto actuar al partido. Entonces, sí es válido que un miembro de un partido, ya en condición de militante o dirigente rechace apoyar al candidato de su partido y opte por hacerlo a favor del de otro, si es capaz de encontrar en aquél identificación democrática, ideológica y doctrinaria. Es que el discurso democrático debe ser para todo y para todos en el ámbito partidista y, si aquel está quebrado, igualmente lo están las bases que sustentan el compromiso partidista originario.

Para que una sociedad democrática funcione como tal, requiere, entre otras condiciones, que los ciudadanos cuenten con la suficiente información para decidir premiar o castigar a sus representantes. Si ello no es así, y existe una asimetría en la información, es probable que se termine castigando a quien no lo merece y premiando a quien debiera ser excluido del sistema político. De ahí lo trascendente de la actitud del dirigente que valientemente ha enfrentado al orden dictatorial proveniente de la cúpula superior del partido. Quién, por cierto, por aquel acto merece todo mi aprecio y consideración. Esta otra perspectiva viene a erradicar la idea primera de traición ante la actitud del Presidente Provincial, enalteciendo la de consecuencia democrática. Pues, al rechazar al candidato no lo ha hecho por capricho sino por convencimiento que aquél ha traicionado los principios partidistas fundamentales, no ha sido capaz de dar respuesta a sus compromisos políticos y, se ha levantado como candidato sin someterse al juego democrático de las primarias legales. Información indirecta y compensatoria que militantes y ciudadanos simpatizantes, desde este momento, no están ya en condiciones de obviar gracias a su Presidente Provincial.      

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