Por las calles angelinas, de improviso me han consultado:
¿acaso no le parece una deslealtad hacia los postulados partidistas, una
desobediencia a la disciplina y, actitud tránsfuga frente a las decisiones
internas del partido, el hecho que un dirigente político con cargo de
Presidente Provincial haga expresos llamados a votar por un candidato de otro
partido?
Al respecto, dos puntualizaciones previas. La primera,
la pregunta se me ha planteado en esos términos. Nada he agregado. Segundo,
sólo he omitido la continuación de la pregunta, donde se individualizaba al
dirigente y, asimismo, a su partido. En cuanto al primer punto, debo
manifestarles que siempre me ha llamado profundamente la atención, aquellos que
consultan, no con la intensión de profundizar interrogantes sino con el
pretexto de expresar su opinión, ya incuestionable, al respecto. Lo que nos
pone ante preguntas que son auto respuestas y, que constituyen un mecanismo,
por cierto válido, para auto escucharse. En cuanto a la segunda, sólo me
permito señalarles que la omisión se basa en que la respuesta elaborada, como de
costumbre, se ha construido desde una perspectiva académica, general y, bajo
análisis socio- político.
Nos hemos mal acostumbrado, peligrosamente, a ver las
cosas desde una perspectiva, obviando al otro y evitando la deliberación. Una
sociedad democrática tiene como presupuesto básico la libertad de expresión,
pues a través de la trasmisión de la palabra razonada, no sólo se transmite
cultura sino que cultura democrática. Ello genera una sociedad más pluralista y
tolerante. Manifiesto esto porque, lo obvio más que lo lógico, sería pensar que
si soy parte de una institución, debería ser capaz de representar mi lealtad y
consecuencia en un rígido comportamiento disciplinario. Bajo el entendimiento
que mi interés y bienestar están supeditados al bien e interés general de la misma,
a la que libre y voluntariamente he decidido pertenecer abrazando sus
postulados fundamentales. Más, si la pertenencia se refiere a un partido
político, organización fundamental para preservar el espíritu democrático de
una comunidad política. Sin duda ello sería, además, incuestionable, si los
partidos políticos tributarán, sin margen alguno, a una sólida democracia interna.
En razón de lo expuesto cabe entonces preguntarse, ¿existen tales presupuestos
respecto de los partidos políticos en Chile? La respuesta es contundente. No.
Los partidos chilenos adolecen de procesos decisionales democráticos internos,
existiendo, además, no sólo un claro divorcio entre la base militante y la
cúpula partidista, sino que una clara inconsistencia entre lo definido en los
postulados, programas y comisiones políticas y el comportamiento real. Ello ha eliminado
toda alerta temprana para conducir por el correcto actuar al partido. Entonces,
sí es válido que un miembro de un partido, ya en condición de militante o dirigente
rechace apoyar al candidato de su partido y opte por hacerlo a favor del de
otro, si es capaz de encontrar en aquél identificación democrática, ideológica
y doctrinaria. Es que el discurso democrático debe ser para todo y para todos
en el ámbito partidista y, si aquel está quebrado, igualmente lo están las
bases que sustentan el compromiso partidista originario.
Para que una sociedad democrática funcione como tal,
requiere, entre otras condiciones, que los ciudadanos cuenten con la suficiente
información para decidir premiar o castigar a sus representantes. Si ello no es
así, y existe una asimetría en la información, es probable que se termine
castigando a quien no lo merece y premiando a quien debiera ser excluido del
sistema político. De ahí lo trascendente de la actitud del dirigente que valientemente
ha enfrentado al orden dictatorial proveniente de la cúpula superior del partido.
Quién, por cierto, por aquel acto merece todo mi aprecio y consideración. Esta
otra perspectiva viene a erradicar la idea primera de traición ante la actitud del
Presidente Provincial, enalteciendo la de consecuencia democrática. Pues, al rechazar
al candidato no lo ha hecho por capricho sino por convencimiento que aquél ha
traicionado los principios partidistas fundamentales, no ha sido capaz de dar respuesta
a sus compromisos políticos y, se ha levantado como candidato sin someterse al
juego democrático de las primarias legales. Información indirecta y compensatoria
que militantes y ciudadanos simpatizantes, desde este momento, no están ya en
condiciones de obviar gracias a su Presidente Provincial.
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