lunes, 4 de noviembre de 2013

A lo que (sin querer) nos obliga Roxana Miranda


¿Debo escribir algo sobre la controversia Matthei-Parisi? No. Aquello no da para reflexiones mayores. A esta altura, nos basta con haber apreciado tortuosamente el desgaste que a sus propias campañas, a sus figuras políticas y, especialmente a sus personas, han hecho los propios involucrados. Comportamientos reñidos con la buena fe, la responsabilidad, el cumplimiento contractual, la justicia, la ética pública y la amistad cívica, han terminado por sepultar cualquier opción presidencial seria de la centro-derecha chilena y, por cierto, por hipotecar el futuro político inmediato de la misma en el ámbito parlamentario.

Prefiero hablar de Roxana Miranda Meneses, sin duda la más destacada de los candidatos en los recientes debates radiales y televisivos. Su carismático discurso poblacional reivindicativo y, sus ingeniosas respuestas e interpelaciones la han elevado como la sorpresa de este proceso eleccionario, así como lo fue hace 4 años Jorge Arrate como candidato del Partido Comunista. Como olvidar a esta mujer de 46 años, oriunda de San Bernardo, cuando se auto adjudicó radialmente frente a la candidata de la Nueva Mayoría un Magister en Economía, al haber logrado las competencias para hacer milagros con el bono de 40 mil pesos que esta última entregó cuando era mandataria. O su magistral cierre en el primer día del debate televisivo de ANATEL cuando relató la historia de un viejo y su cuchara. Contándonos que, aunque eran muchos los que reían ante la pretensión del viejo de derribar con una cuchara un cerro, con el fin de lograr ver el Sol, éste los enfrentó diciéndoles: Es que alguien debe empezar.       

Roxana Miranda solicita la confianza del electorado con la firme convicción que el poder debe volver al pueblo. Pueblo que, entiendo, la incluyen a ella, sus hijos, unos cuantos amigos, cercanos y militantes de su partido. Todos los demás, por nuestra condición social diferente, estamos excluidos de su proyecto país. No hay burla ni exageración en lo planteado, concluyo así luego de oír sus discursos y debates. Además, luego de leer que el Partido Igualdad, del cual es fundadora, es definido como una herramienta política de los pueblos, que tiene la voluntad de propiciar el auto-gobierno de los y las de abajo. De ahí, la exclusión en su proyecto de los de un poco más arriba, de los de arriba y, los de más arriba. Roxana Miranda al excluir se equivoca tanto como aquellos que aún, sin fundamento alguno, siguen relacionando la clase alta con la derecha, la clase media con el centro y la baja con la izquierda política.

No obstante lo planteado, Roxana Miranda nos ha obligado, a esta altura involuntariamente, a ver al otro Chile, el de la mayoría, no el de la macroeconomía sino el de la micro y mesoeconomía. Aquel cuyo cielo no siempre es puro y azulado, sino que muchas de las veces contaminado y otras, oculto por una selva de cemento de prejuicios, marginaciones, discriminaciones y otras tantas vulneraciones.

Los ingleses han dado por muerta la clásica división social (Alta, media y baja). La Asociación Sociológica Británica ha establecido 7 nuevas categorías, definiéndolas según su capital económico, social y cultural (Elite, clase media establecida, clase media técnica, nuevos trabajadores pudientes, clase trabajadora tradicional, trabajadores emergentes de servicios y precariato). Pero, ¿Cuál es nuestra realidad? En Chile existe una “elite” y los “demás”. Pero, estos “demás” no son los hombres y mujeres a que hace referencia Roxana Miranda cuando habla de quienes lavan la ropa, limpian los baños o cortan el pasto. No, sin duda que son muchos más, los “demás”, somos todos nosotros, profesionales, técnicos, empleados públicos, trabajadores sindicalizados o no, obreros, etc., con hijos o sin ellos, que hemos sido atrapados por un sistema que ha encarcelado parte de nuestra autodeterminación, ya política, ya económica. En este Chile, aunque cueste asumirlo, hay más similitudes entre un trabajador que gana 200 mil pesos mensuales y un profesional que lo supera en sueldo 10 veces, pues ambos comparten la misma incertidumbre por la educación de sus hijos, el acceso a la salud, la casa propia, la alimentación, el vestuario, la incertidumbre laboral y su futuro bajo la tercera edad. Pero por sobre todo, comparten la impotencia que las soluciones a sus grandes necesidades llegan siempre sin nunca habérseles hecho parte en la construcción de las mismas.

¿Será que “Michelle Bachelet” al identificarse hoy, radial y televisivamente como “Mishel Bashelet” intenta hacernos ver que tiene consciencia de que ese Shile vulnerado y marginado  también es parte de Chile? 

2 comentarios:

  1. Roxana Miranda es una mujer con un discurso muy coherente a pesar de su precario apoyo partidista, sus palabras son muy necesarias para este país que no le gusta ver la evidente realidad que viven muchas familias, lamentablemente esta sociedad le gusta denostar a personas de clase socio económica baja no viendo virtudes ni contenido se dejan llevar por el cascarón.Con respecto a Bachelet las dos son mujeres valientes una con fuertes convicciones y la otra tratando de quedar bien con Dios y con el Diablo.

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  2. no concuerdo con el analisis que se realiza de la candidata, pues no a sido el pueblo el que se a segregado o marginado , si no mas bien una clase dominante que es la que maneja todos los círculos de poder y es la que escribe los libros de economía en donde a los menos afortunados se les llama clase media , baja o etc., comparto lo que dice pamela aguilar que el discurso de la candidata es necesario , pues es simplemente ver los reportajes que hacen en television cuando muestran la discriminación y las formas peyorativas como tratan a las trabajadoras en los barrios altos, o cuando han hecho los experimentos de intentar matricular a sus hijos en esos colegios son totalmente discriminados , pero lo que nos demostró la crisis asiática fue que esas familias que bajaron de clase fueron aceptados sus hijos en cualquier colegio del "pueblo" asi que creo que el análisis carece de entender que la discriminación vienen de lo alto , y no de los de abajo

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