jueves, 5 de septiembre de 2013

El elemento Participación en la Democracia


La literatura es abundante en materia de Democracia. Más, cuando aquella ha dejado de ser simplemente un concepto, traspasando las lógicas recientes de un proceso, para consolidarse hoy como un valor fundamental de la convivencia humana. Las discusiones en calles, hogares y aulas universitarias, por lo general, se basan en las debilidades y vicios de la Democracia Representativa y cómo aquella debería encaminarse hacia una Democracia más directa.

De este enfrentamiento van a surgir dos teorías normativas. Una, la Teoría Participativa de la Democracia o la del Súper Ciudadano y, la otra, la Teoría Elitista de la Democracia. La primera de ellas, entiende que la participación directa de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas, su implicación máxima en la construcción de leyes y políticas públicas, es un elemento básico de la democracia. Generando, por una parte, mejores ciudadanos que faciliten la gestión de los conflictos sociales y, por la otra, mejorando la labor de los gobiernos cuyas políticas responderían a las reales necesidades de la ciudadanía. En cambio, la Teoría Elitista de la Democracia se sustenta en la elección ciudadana de representantes, quienes como delegados tendrán la capacidad de decidir por ella, en materia de leyes y políticas, por un plazo determinado. Aquí se desconfía de la participación directa de la ciudadanía bajo el entendimiento que la política debe estar en manos de profesionales. Las explicaciones derivadas de ambos planteamientos teóricos sobre un mismo hecho político no son menores. Así por ejemplo ante un proceso eleccionario con alta abstención, los defensores de la Teoría Participativa responderán con que aquello es expresión de insatisfacción ante la labor de los detentadores del poder político. Mientras, que los de la Teoría Elitista dirán que aquello revela conformidad de los ciudadanos y permitiéndoles dedicarse a otras actividades consideradas más importantes que votar.

Si bien ambas propuestas teóricas son objeto de profundas críticas, el elemento participación, ya limitado, ya en su máxima expresión, directa o indirectamente, siempre está presente. Los filósofos griegos en su búsqueda de la verdad mediante la razón no se divorciaron totalmente del mito cuando pretendieron entregar algunos de sus pensamientos. Permítanme compartirles, para vuestra personal reflexión o social discusión, la explicación que el Diálogo de Platón “Protágoras” nos entrega respecto de la participación política, fundamentada en la justicia y sentido moral que todos poseemos, y su trascendencia para la construcción del Estado.

“Zeus, entonces, temió que sucumbiera toda nuestra raza, y envío a Hermes que trajera a los hombres el sentido moral y la justicia, para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad. Le preguntó, entonces, Hermes a Zeus de qué modo daría el sentido moral y la justicia a los hombres: «¿Las reparto como están repartidos los conocimientos? Están repartidos así: uno solo que domine la medicina vale para muchos particulares, y lo mismo los otros profesionales. ¿También ahora la justicia y el sentido moral los infundiré así a los humanos, o los reparto a todos?» «A todos, dijo Zeus, y que todos sean partícipes. Pues no habría ciudades, si sólo algunos de ellos participaran, como de los otros conocimientos. Además, impón una ley de mi parte: que al incapaz de participar del honor y la justicia lo eliminen como a una enfermedad de la ciudad.»” (322a, b, c, d).

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