Reflexionando sobre el ingreso de
Evelyn Matthei a la carrera presidencial he recordado la contienda que, para
las presidenciales del año 2005, sostuvieron la DC Soledad Alvear y la
socialista Michelle Bachelet. Ambas en busca de la candidatura única que
representaría a la Concertación en la referida cita presidencial.
Ellas, habían ejercido no uno sino que dos
ministerios cada una bajo gobiernos de la Concertación. Alvear, el de Justicia
bajo el mandato de Eduardo Frei y el de Relaciones Exteriores bajo el de
Ricardo Lagos, lo que le valió ser la primera mujer en asumir la Cancillería de
Chile. Mientras que Bachelet asumió en el gobierno de Lagos, los ministerios de
Salud y Defensa Nacional, siendo en este último la primera mujer en Chile e
Iberoamérica en ostentarlo. Sus destacados desempeños ministeriales y sus
particulares relaciones con la ciudadanía les valieron su reconocimiento, a
través de altas aprobaciones en las encuestas de la época. Sin embargo, esta
igualdad de competencia inicial fue dispersándose a través de los meses del
2005, derivando en definitiva en la declinación de la candidatura de Alvear en
favor de la de Bachelet. Pero, racionalmente ¿cuáles son los hechos que
generaron dicha decisión? Tres son los identificables con plena claridad. 1.-
Mientras Bachelet tenía el apoyo incondicional del PS, PPD y PRSD, Alvear
luchaba contra la división interna de su partido que nunca logró manifestarle un
apoyo unánime, aun cuando había derrotado en enero de 2005 en primarias
internas de la DC al entonces Presidente del Partido Adolfo Zaldívar. 2.- No
obstante, la aceptable aprobación ciudadana de Alvear, su discurso nunca logró igualar
al de Bachelet que, se reconocía más cercano, popular e íntimo. Y, 3.- La
famosa declaración del Presidente Lagos manifestando que Bachelet sería una
gran Presidenta. Y, aunque éste después intentó componer la situación alabando
igualmente a Alvear, dejó grabada en el inconsciente político de la
centro-izquierda su intención primera de apoyo a Bachelet.
Este conjunto de hechos generaron una caída en las
probabilidades de triunfo de Alvear, determinando su decisión racional de
abandonar dicha carrera, apoyar la candidatura de Bachelet y trabajar para ser
senadora por Santiago Oriente, quizá en la esperanza de ser candidata presidencial
bajo otro escenario.
Algunos piensan que la entrada de Matthei a la
competencia presidencial ha dado lugar a una contienda de proporciones. Hay
mucho de inocencia en esa aseveración y lo digo con mucho respeto. Lo cierto es
que la política, su ejercicio y estudios deben realizarse bajo análisis
racionales.
Así, lo que la ex diputada, ex senadora y ex ministra
de Estado Evelyn Matthei pone en juego, para ventaja o desventaja en esta
contienda, no es su condición de mujer, de profesional o la historia en común
que la pudiere ligar de niña con Bachelet.
Es su liderazgo, la defensa de la dictadura militar, su historia de
crisis tanto en RN como en la UDI y, sus características agresiones verbales, que
grafican la poca costumbre por contenerse ante el discurso diferente. Pero,
además, su capacidad para encantar y alinearse con las demandas y necesidades
de esta nueva sociedad tan lejanos de los intereses propios de su sector.
Aquellas armas serán las que medirá con una Bachelet
ex presidente de la República, con alta aprobación ciudadana que ha conservado desde
la primera vez que fue candidata, cuando abandonó el cargo y ratificada por alta
la votación obtenida en las primarias. Ante la notable labor en ONU Mujer, Matthei
no sólo se enfrenta a una Estadista sino que a una figura política de rango internacional.
Aún mantiene Bachelet su liderazgo no confrontacional y la cercanía en su
discurso y, su programa político ha asumido muchas de las demandas de los
movimientos sociales.
Sin duda, aquí no pueden ser aplicables las lógicas
de igualdad existentes entre Alvear y Bachelet el 2005. Aquí, la competencia es
desigual, más si enfrentamos el aún incierto apoyo de RN a Matthei al amplio
consenso que en la centro-izquierda concita Bachelet.
Si bien la política es racional, también es posible
hacer ficción, pero los análisis probabilísticos requieren sólidos sustentos.
Estas líneas y otras trazadas en opiniones anteriores se hacen bajo el
entendimiento que muy difícilmente nos enfrentemos esta oportunidad a una
segunda vuelta electoral.
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