Entiende Jon Elster (ELSTER, J., La democracia deliberativa, Editorial
Gedisa, Primera edición, Barcelona, España, 2001, p. 21) que, no obstante, existir múltiples definiciones explícitas e
implícitas de democracia deliberativa, es posible hallar en todas ellas un
sólido núcleo de fenómenos que la caracterizan. Así, será democrática porque la
toma colectiva de las decisiones debe incluir la participación de todos los
afectados por la decisión o por sus representantes. Y, deliberativa porque
aquella toma de decisiones debe realizarse por medio de argumentos ofrecidos
por y para los participantes que están comprometidos con los valores de
racionalidad e imparcialidad.
Para David Miller, el ideal deliberativo “parte de la premisa
de que las preferencias políticas van a estar en conflicto y que el propósito
de las instituciones democráticas debe ser el de resolver dicho conflicto” (GIDDENS, A., “Dos teorías de la democratización”, en GIDDENS, A., Más allá de la Izquierda y la Derecha. El
futuro de las políticas radicales. Segunda Edición, Ediciones Cátedra,
S.A., 1998, Madrid, p. 119). Lo que le
lleva a entender por democracia deliberativa “una forma de obtener o
intentar obtener acuerdos sobre programas en el campo de la política”. (GIDDENS, A., “Dos teorías de la
democratización”, en GIDDENS, A., Más allá de la Izquierda y la
Derecha. El futuro de las políticas radicales. Segunda Edición, Ediciones
Cátedra, S.A., 1998, Madrid, p. 119). Acuerdos que
deben obtenerse, a través de una discusión abierta y libre de presiones. Sin
embargo, lo determinante en la democracia deliberativa es no tener simplemente
como finalidad alcanzar acuerdos directamente a través de la discusión, sino
que todos aquellos, que forman parte de la discusión logren obtener una opinión
amplia sobre lo debatido en base a todo lo que se ha planteado en la discusión,
respetando todos los puntos de vista existentes. Es la discusión previa,
abierta y ajena a coacciones, de cualquier tipo, la que dotará de legitimidad
al acuerdo alcanzado. Anthony Giddens critica que la democracia deliberativa de
Miller sólo esté restringida al ámbito político formal. Plantea, que en la
actualidad es necesario que la democracia sea real, abierta y posible para
todos y en todos los ámbitos de la vida.
Pero,
¿cómo lograr una discusión abierta y libre de presiones? Philip Pettit, destaca
que para que un gobierno no sea manipulable
por voluntades arbitrarias, se hace necesario, que éste “debe ser conducido por medio de un imperio de la ley; los poderes
reconocidos por esa ley tienen que estar dispersos entre los distintos
individuos y cuerpos; y las leyes más básicas e importantes no pueden estar
sujetas a enmiendas mayoritarias expeditas”. (PETTIT, P., “Las Formas Republicanas: Constitucionalismo y
Democracia”, en PETTIT, P., Republicanismo. Una teoría sobre la
libertad y el gobierno. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1999 Barcelona, p.
239). Sin
embargo, plantea la insuficiencia de lo anterior, al estimar, que para promover
la libertad como no dominación, se hace absolutamente necesario que las
autoridades públicas excluyan toda arbitrariedad en la toma de sus decisiones.
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