martes, 20 de agosto de 2013

Asamblea Constituyente para refundar Chile


En los últimos meses se ha hablado y escrito bastante sobre la posibilidad de una Asamblea Constituyente. Debate surgido y alimentado bajo una simbiosis entre la calle y la academia, obligando a quienes han hecho de la política su vida, definir posiciones respecto de ella. Aunque ya me he pronunciado sobre ésta, he aquí algunas líneas mayores sobre mi posición frente al tema.

Las constituciones no son más que expresión del o los miedos que una comunidad ha determinado, ya reaccionaria o revolucionariamente, ya democrática o autoritariamente, asumir y enfrentar como esenciales para su existencia y porvenir. Visualizamos esos miedos, por una parte, como lo que se desea olvidar o no repetir y, por la otra, como mecanismo protector de la estabilidad alcanzada e inspiración para la futura construcción socio-política a la que se aspira. Será el miedo, en definitiva, el determinante del ser y devenir de esa comunidad y, la constitución, su consagración como norma fundamental cuasi sacra para las gentes que bajo su amparo se encuentran. Libertad, igualdad y seguridad serán en esencia, los pilares que, con mayor o menor presencia de unas y otras, según el miedo o miedos asumidos como inspiradores, darán fuerza a su engranaje jurídico-constitucional para enfrentar las vicisitudes propias y complejas de su desarrollo socio-político.

Las constituciones son la respuesta al proceso de fundación o refundación de dichas comunidades. Siendo pactos fundacionales aquellos originarios que se han perpetuado por su capacidad en el tiempo para seguir generando las respuestas a las problemáticas de su comunidad. Y las otras, la consecuencia de un proceso originado en el requerimiento urgente de abandono de la constitución vigente o de su derrocamiento, por el extravío de su rol como canalizador del ser y devenir de la comunidad. Estados Unidos de Norteamérica es un ejemplo del primer caso. Su constitución de más de 200 años ha sido capaz mediante el espíritu de sus padres fundadores y sus mecanismos institucionales de dar solución a sus grandes conflictos, privilegiando, en algunas etapas de su historia, a la libertad por sobre la seguridad y, en otras, como la actual, la seguridad por sobre la libertad. Diferente es el caso de Chile, que ha de encuadrarse en la historia constitucional de la Europa continental. Allí las constituciones rara vez fueron respetadas como fundamentales sino como meros pactos de organización política. Así el proceso refundacional no ha sido ajeno a nuestra historia constitucional.

 La constitución de 1980 surgida bajo mandato militar, donde la seguridad tiene un rol fundamental para el mantenimiento de su particular idea de democracia se ha divorciado del ser y devenir de un Chile que mira por el retrovisor la dictadura y la transición política, exigiendo privilegiar la libertad por sobre la seguridad para definir su presente y futuro. Ya no se trata de revisar el modelo, lo que aquí está en juego es su reemplazo y, ello requiere con urgencia un gran pacto de Estado para una Asamblea Constituyente que dando nacimiento a una nueva constitución bajo clave democrática participativa, deliberativa e inclusiva, refunda nuestro Chile.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario