Aunque ya han pasado varias semanas desde el último cambio de gabinete realizado por el presidente Sebastian Piñera, el análisis del mismo, desde otra perspectiva, por una parte, nos permite visualizar que el mecanismo constitucional que lo autoriza vulnera el principio democrático y, por otra, que hoy su utilización tiene por fin obstaculizar un proceso electoral imparcial de cara al plebiscito del 25 de octubre del presente año. Proceso histórico para nuestra comunidad política que podría ser la lápida que termine por enterrar la Constitución de 1980.
El último cambio de gabinete del segundo gobierno de Sebastián Piñera ha vuelto a resucitar una ya antigua polémica constitucional. Ello, a consecuencia, de la designación de parlamentarios como ministros de estado. Siendo el 2009 la primera vez que pudimos apreciar sus negativas consecuencias. Ideas, por cierto, aquí vertidas, extraídas de un escrito y conferencia realizadas por aquella época y a consecuencia de dicho hecho. Mecanismo que coloquialmente se ha denominado silla musical o enroque político. Y que, ocurre cuando se dan las hipótesis contempladas en los artículos 54 inciso 4º y siguientes y el 59 de la Constitución Política de 1980.Lo que nos obliga antes de continuar, a leer lo que nos dicen estas normas constitucionales.